La búsqueda de un hijo más allá de los 40 años es una tendencia creciente de la sociedad actual. Motivos profesionales, personales y sociales se han unido para que la mujer decida retrasar su maternidad cada vez más. Pero la naturaleza sigue su curso por lo que la vida fértil de cada mujer tiene un tiempo determinado que puede llegar a condicionar la consecución del embarazo. Ante esta situación tan habitual, ¿qué debe tenerse en cuenta? ¿Cuál es el papel fundamental que juegan los expertos en salud y fertilidad?
Desde 2002, la edad media de la mujer a la hora de tener su primer hijo ha aumentado en dos años. Mientras que en 2002 la media era de 29 años, la última cifra del Instituto Nacional de Estadística indica que en la actualidad ésta ha crecido hasta los 31 y que la tendencia es progresiva y al alza. Estas cifras muestran que cada vez más la mujer se acerca a la década de los 40 en busca del embarazo y que incluso lo retrasa más allá de esa edad.
Por este motivo, la criopreservación de ovocitos, técnica para la congelación celular avanzada y ultra-rápida de los ovocitos de una mujer para que ésta pueda disponer de ellos en el futuro, es una opción creciente y cada vez más extendida. De este modo, la mujer puede alargar el periodo biológico para gestar y se asegura menos riesgos ya que los ovocitos están recogidos en edades óptimas, disminuyendo así las probabilidades de aborto o alteraciones cromosómicas.
Es a partir de los 35 años precisamente cuando la reserva ovárica desciende más rápidamente y desde los 40 lo hace drásticamente. Pero es cuando la mujer sobrepasa los 35-40 años cuando se plantea su maternidad y decide emprender la aventura de ser madre.
Pese a esa edad, considerada por los expertos avanzada para la maternidad, y a la limitación de la edad biológica para la consecución del embarazo, no cabe duda de que la salud de la mujer en la década de los 40 años es inmejorable. Esto es debido a hábitos de vida saludables, a un estilo de vida sano y adecuado, a programas de prevención en salud o al diagnóstico precoz de enfermedades.
Pero de cara a un embarazo en edades tardías debe tenerse en cuenta otros aspectos: “es recomendable realizar una consulta preconcepcional temprana para detectar patologías ocultas, recomendar hábitos saludables, un tratamiento previo con ácido fólico, etc. Un análisis general, una mamografía, control de presión arterial y una revisión ginecológica”.
Concretamente, hay que revisar si hay enfermedades crónicas realizando una consulta preconcepcional por la información que puede aportar sobre el estado de salud de la mujer.
Las dos dolencias más habituales asociadas con la edad avanzada de la mujer son la hipertensión y la diabetes, enfermedades que también pueden presentarse durante el embarazo. Es por esto que son necesarios más controles durante el embarazo. Además, en general esos controles deben realizarse de forma frecuente durante la gestación ya que el riesgo de abortos es algo superior en edades avanzadas.
Una vez que la mujer logra el embarazo, se repasa la medicación en el caso de que la esté tomando para alguna de esas enfermedades u otras. Se recomienda también realizar un diagnóstico prenatal por la posibilidad de anomalías, en líquido amniótico o en sangre materna para así evitar los riesgos de la amniocentesis. El diagnóstico genético prenatal consiste en la detección de anomalías genéticas o cromosómicas antes del nacimiento, es decir durante la vida fetal. Una vez llega el momento del parto, si son edades muy avanzadas se plantea una cesárea, especialmente en mayores de 45 años porque la dilatación puede ser más lenta.
Con todo, la maternidad a los 40 es una realidad que indica cambios sociales profundos en la vida de la mujer. Un seguimiento adecuado, con la atención específica de expertos en ginecología y fertilidad, harán que el embarazo a esa y a cualquier edad transcurra con normalidad y culmine con el nacimiento de una nueva vida.