Uno de los hallazgos más frecuentes en una consulta de ginecología es la presencia de quistes ováricos, cuya aparición muchas veces inesperada, suele causar gran inquietud. Inquietud, que viene fundamentalmente dada por desconocer su naturaleza benigna o no, o de si se deben de operar.
Los quistes ováricos, no son más que unas formaciones llenos de líquido en los ovarios. Este líquido puede ser fluido o denso, y la mayoría suelen ser benignos y funcionales.
El término “funcional” se refiere a que son producidos por los propios cambios hormonales dentro un ciclo menstrual, y por lo tanto, suelen ser más frecuentes en el período reproductivo de la mujer, siendo más raros en la menopausia. En ocasiones, un folículo destinado a romperse para liberar el óvulo durante el período ovulatorio, no lo hace y el líquido se queda retenido y sigue acumulándose, por lo que el quiste va ganando tamaño. Estos son los llamados Quistes foliculares, que generalmente desaparecen al cabo de unos meses sin tratamiento alguno, ya que acaban atrofiándose o rompiéndose espontáneamente.
Otra posibilidad es que tras la ovulación, la bolsa remanente (cuerpo lúteo que suele desaparecer si el óvulo no es fecundado) por el contrario aumente de tamaño y se llene de líquido tras una gestación, lo que pasa a llamarse Quiste de Cuerpo lúteo, que puede alcanzar un tamaño considerable (>8 cm) pero que tiende a desaparecer por sí mismo.
Existen otros quistes no funcionales, siendo entre los más frecuentes: los Quistes endometriósicos, cuyo contenido es más oscuro como chocolate, producido por la degradación de la sangre contenida en ellas; los Quistes dermoides, producidos por secreciones de un tipo de células de origen embrionario, que llegan a generar pelo, dientes, cartílago y hueso contenido dentro del quiste, y muchos otros que solo se llegan a diagnosticar tras la biopsia.
¿Cuáles son los síntomas?
La mayoría de los quistes suelen ser asintomáticos y suelen presentarse como un hallazgo casual en una ecografía; pero aquellos que no lo son, generalmente se presentan como una leve molestia al movimiento o con las relaciones sexuales o dolor pélvico leve, difuso y constante. Por otro lado, un retraso en la regla puede ser el único signo por el que se consulte al ginecólogo.
¿En qué momento debo preocuparme? Cuando existe distensión abdominal inexplicada o dolor pélvico intenso repentino acompañado de náuseas o vómitos, que puede ser un signo de torsión del ovario en quistes muy grandes o de ruptura de un quiste con sangrado hacia la pelvis.
¿Cómo detectarlos?
Si los quistes son grandes, pueden apreciarse durante la exploración ginecológica; de lo contrario, si no lo son, pueden verse con bastante claridad a través un estudio ecográfico abdominal o preferiblemente transvaginal.
Es importante conocer la apariencia del contenido del quiste. Los simples (solo líquido), suelen ser benignos, pero en el caso de los complejos o sólidos (contenido más denso), el ginecólogo podrá necesitar descartar si se trata de una tumoración benigna o maligna, a través del apoyo de pruebas complementarias como: Tomografía axial computarizada (TAC), Resonancia magnética, Marcadores tumorales (como el Ca-125 o el índice ROMA, entre otros), B-hCG (hormona del embarazo) o una laparoscopia, siendo la biopsia del quiste el que proporcionará un diagnóstico definitivo.
Recientemente, una de las pruebas que ha cobrado mayor valor predictivo de malignidad es el índice ROMA (Algoritmo de riesgo de Malignidad Ovárica). Este es un cálculo matemático que combina los valores séricos de Ca-125 y un nuevo marcador que es el HE4 (Human Epididymis Protein 4). Estos, junto con la edad de la paciente y el estatus menstrual (pre/postmenopausia), permiten clasificar a las pacientes como de Riesgo Alto o Bajo de detectar cáncer de ovario durante la cirugía de masa ovárica.
¿Cómo tratarlos?
Dependerá de la edad, sintomatología, tamaño y características del quiste. La mayoría de los quistes simples funcionales desaparecerán solos, por lo que, el ginecólogo indicará un seguimiento ecográfico en unos meses para constatar su desaparición. Si esta no ocurre, se podrá indicar el uso de píldoras anticonceptivas. Los quistes simples pasan a tener criterios quirúrgicos cuando son de gran tamaño (>5-10 cm) y se hacen persistentes y sintomáticos u ocurre una complicación (rotura con hemorragia o torsión).
La cirugía de elección es la resección del quiste con abordaje laparoscópico, cuidando en todo momento, sobre todo en pacientes en edad reproductiva, de realizar procedimientos cuidadosos, conservando la mayor cantidad de tejido ovárico sano posible, para evitar comprometer su reserva ovárica. Se extirparía el ovario solo en pre o post-menopausia, en casos de sospecha de malignidad o si técnicamente no fuera posible por el gran tamaño. En caso de sospecha de malignidad, el abordaje aconsejado es una laparotomía (cirugía abierta).
El pronóstico en general de los quistes de ovarios suele ser bueno, pero es muy importante acudir a un control ginecológico de manera regular para detectar a tiempo aquellos que no se comporten de forma benigna y seguir cuidadosamente su evolución.