Son múltiples las inquietudes que rodean a padres e hijas al momento de vivir el paso de la niñez a la adolescencia. Esto se debe a los importantes cambios que las pequeñas experimentarán, tanto física como emocionalmente, y al temor ante lo desconocido. Así lo explica la Dra. Maritza García Espinosa, quien además entrega una serie de consejos para conocer más sobre esta etapa y así poder enfrentarla.
Ir al doctor es una de las cosas que menos les gusta a la mayoría de los niños. Y es que ir al dentista, al pediatra, al oftalmólogo, entre otros, puede llegar a generarles cierto rechazo. En el caso de las niñas, hay una visita que causa temor e incertidumbre ―la cita con el ginecólogo―, debido a los cambios que están viviendo y al nuevo mundo al que están entrando: la adolescencia.
Y no sólo en las niñas es la preocupación, sino que también en los padres, quienes conforme sus hijas van creciendo, se ven enfrentados a diferentes situaciones, como lo es la primera consulta al ginecólogo. ¿Por qué y a qué edad debe ser?
La primera visita al ginecólogo busca controlar cómo va el desarrollo sexual de la niña, por lo que debiera realizarse antes de la menarquia ―o primera menstruación―, la cual se produce entre los 10 y 15 años, cuando todas las partes del sistema reproductivo se han desarrollado.
Si la adolescente ya tuvo su primera menstruación, la consulta médica servirá para analizar los ciclos menstruales.
Para enfrentar esta situación, cada joven necesita saber que el ginecólogo no la expondrá ni comentará lo que se le ha confiado, ya que hay una relación médico- paciente de por medio. Lo anterior permitirá a la adolescente acudir al profesional, en el futuro, frente a dudas o problemas. “El secreto profesional sólo se puede romper en el caso de que la paciente esté expuesta a algún peligro”, agrega.
En general, hay cierto nerviosismo y por eso es conveniente saber que en la primera consulta no necesariamente se examinarán los genitales, sino que se realizarán exámenes generales, como medir, pesar, revisar las mamas y ver cómo están los vellos, de modo que se pueda determinar posibles trastornos hormonales, además de aconsejar respecto a las vacunas propias de su edad, y reforzar hábitos saludables como el deporte y la alimentación adecuada.
“Para poder aclarar todas las dudas de la adolescente, es ideal sostener una conversación cercana, donde se hable sobre el calendario menstrual, cómo llevar un registro y las recomendaciones de higiene. Para lo anterior, es vital establecer un vínculo de confianza y de esa forma abordar aquellos temas que a veces la adolescente no habla con sus padres”, puntualiza la Dra. Maritza García Espinosa, especialista en Ginecología & Obstetricia y Subespecialista en Medicina Materno Fetal