Se han producido suficientes cambios en la prevalencia de obesidad y de forma paralela en la DIABETES MELLITUS (DM) tipo 2, que ha cambiado mucho la relación de diabetes con el embarazo. La aparición de DM tipo 2 en mujeres cada vez más jóvenes y el retraso de la edad de la maternidad ha provocado una alta prevalencia de mujeres con DM tipo 2 previa a la gestación en muchos casos desconocida hasta el primer analisis del embarazo.
Actualmente estas mujeres son detectadas mediante la prueba de O’Sullivan (sobrecarga oral de glucosa con 50 g) que se realiza a las mujeres con factores de riesgo y son catalogadas como Diabetes Gestacional. Esta forma de actuar implica realizar la prueba habitualmente cuando ya han pasado las primeras semanas del embarazo y el tratamiento se inicia de forma tardía. Hoy sabemos que los bebés expuestos a niveles altos de glucosa en las primeras semanas del embarazo tienen riesgo de malformaciones congénitas, por lo que estamos llegando tarde al diagnóstico y al tratamiento.
Actualmente la mujer diagnosticada de diabetes por primera vez en el 1er trimestre de la gestación no se considera una DIABETES GESTACIONAL (DG) sino una DIABETES PRE-EXISTENTE (DM tipo 2 en la mayoría de los casos) con un pronóstico (riesgo de malformaciones congénitas y aborto) y por ende un manejo diferente al de la clásica DG (riesgo de recién nacidos demasiado grandes, enfermedad hipertensiva, hipoglucemia en el bebé al nacer, etc.).
El mejor método aceptado actualmente para detectar lo más pronto posible la existencia de una DIABETES PRE-EXISTENTE, es la realización de forma universal a todas las mujeres cuando se quedan embarazadas, de un análisis de glucosa en ayunas y la determinación de la Hemoglobina glucosilada (HbA1c). Este último parámetro nos permite estimar la media de glucosa de la mujer durante los tres meses previos a la extracción de sangre y nos da la oportunidad de actuar controlando esos niveles de glucosa de forma muy precoz en un intento de evitar la exposición del bebé a niveles de glucosa elevados en las primeras semanas del embarazo y así prevenir en la medida de lo posible complicaciones como malformaciones congénitas que aparecen en ese periodo.
La catalogación como una DIABETES GESTACIONAL GENUINA, queda entonces restringida a aquella que aparece como consecuencia de la resistencia a la acción de la insulina progresiva propia de la gestación que tiene importancia a partir de la 24-28 semana de gestación, cuando ya hay un páncreas fetal capaz de responder a la elevación de la glucosa materna con secreción regulada de insulina y producir los efectos deletéreos consecuentes: macrosomía (bebés más grandes de lo normal) con crecimiento “disarmónico”, polihidramnios (exceso de líquido amniótico) y partos por cesárea entre otros.
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